Por Juan Antonio Solórzano Díaz
.-El universo, está conformado por una estructura de
energía existencial, constituyéndose en un gran sistema termonuclear
condensado, que fluye eternamente en circuitos cerrados, concadenados, con otros subsistemas diocéntricos, con energías
que giran en tiempos y espacios infinitamente dimensionales, cuya dinámica
existencial, sustenta la concepción y transformación de la materia. La
evolución y el desarrollo de la especie humana, es producto de un proceso de la
disyuntiva histórica, donde la materia cósmica, se transforma en vida, conciencia
e inteligencia pensante.
Desde el momento, en que se produce la disyuntiva
histórica, promovida por la existencia de dos fuerzas proporcionales, negativa
y/o positiva, que emana en sus fluctuaciones más crecientes, dentro del sistema,
de una organización social (que comprende, desde un clan primitivo, hasta
llegar a las sociedades modernas, más complejas de la era cibernética) hace que la realimentación amplificadora o
positiva, logre alcanzar un equilibrio, con la realimentación reductora o
negativa, produciéndose de inmediato una “catarsis”, dentro del sistema de la
organización social, que conduce a un cambio o reformas estructurales, del
entorno o formas de gobierno, mediante la recomposición de una nueva estructura
social, siguiendo las normas o alternativas coyunturales a seguir, promovidos
por causas endógenas y exógenas de su entorno físico o ambiental.
Los grandes cambios sociales, que se han producido, a
través de la historia universal, llevados a cabo por diferentes pueblos, del
planeta, han sido promovidos por la disyuntiva histórica, mediante
revoluciones, descubrimientos, la formación y práctica de nuevas ideologías.
Con el avance de la ciencia, el arte y
la tecnología, se han podido lograr el desarrollo de una civilización pre-cósmica
del futuro, que constituye, el patrimonio del género humano, que ahora en
tiempos de la globalización, se extiende sobre todos los pueblos de los
continentes de la tierra; tal vez sea la única entre los seres orgánica dentro
de la vía láctea, cuya morada, la tierra, gira y se traslada alrededor del sol,
como un punto insignificante, que se pierde, frente al inconmensurable e
infinito espacio sideral.
En la antigüedad, durante la época de las civilizaciones
agrarias, la tierra era considerada
simbólicamente como “madre reproductora”, cuyas bondades, en la producción agropecuaria,
constituía el sustento económico, para la vida de los pueblos, que conformaban
una organización social y política piramidal. Por eso Alvin Toffler, sustenta: “La tierra, era la base de la economía, la
vida, la cultura, la estructura familiar y la política, por donde surgieron
extensas metrópolis, urbanas, en Asia y América del Sur, donde cada comunidad,
producía, casi todo cuanto necesitaban, estableciendo una economía
descentralizada, organizados en torno a gigantescos sistemas de riego” (“La
Tercera Ola” Alvin Toffler, pags. 37-38, ed.1981)
Entre los pueblos de la antigüedad, la civilización
agraria, tuvo una duración, por espacio de muchos miles de años; ésta proviene
desde las postrimerías de la época del neolítico superior, cuando se descubre,
los secretos de la germinación de la semilla, y se realizan, los primeros
cultivos, para hacer una agricultura incipiente o precaria, antes del uso de la
cerámica; de tal manera que el hombre, deja una economía bio-natural
extractiva, mediante el uso de la caza y la recolección de frutas silvestres,
para crear su propia economía agrícola de subsistencia; que con el transcurso
de los siglos, los diversos pueblos étnicos, asentados en Asia, América, Europa
y África del norte, lograron desarrollar un sistema económico agrario, de
conformidad a sus propias realidades geopolíticas.
Durante la etapa evolutiva de la civilización agraria,
la religión con sus diversos matices, intervinieron directamente en la vida de
los pueblos, desde cuando el hombre habitaba, en la cavernas, utilizando
rituales mágico-religiosos, con un animismo de origen lítico, hasta cuando
logra alcanzar nuevas concepciones, durante el desarrollo, de una agricultura avanzada,
emergiendo religiones panteístas y/o monoteístas, con dogmas y creencias, para
interpretar sobre el concepto de la vida, el mundo y el universo; creando todo
una cultura espiritualista de sometimiento, lo que sirvió más bien, que el
CLERO tradicional y conservador, lo utilizará en la necesidad de consolidar y
afianzar estratos sociales bien diferenciados: Una clase social dirigencial,
minoritario, que conformó una aristocracia privilegiada, que usufructuo, el
poder político dominante, y cuya procedencia devenía desde orígenes teocráticos
y estuvo siempre acompañados por una élite sacerdotal, los cuales monopolizaron
el desempeño ritual de mayor jerarquía, como sus fieles representantes del
fundamentalismo religioso-místico, asesorando al poder político de una
monarquía absoluta y a una clase social, dirigida, compacta, mayoritaria,
productiva, sin privilegios, que conformó el campesinado.
Con referencia a la civilización agraria occidental-matriz
de la cultura que profesamos, logró alcanzar su máxima vigencia, hasta las últimas
décadas del siglo XVII, d.c., en el momento en que Luis XIV, Rey de Francia,
inspirado en un despotismo ilustrado, fomentó el clasicismo del arte cortesano
de Versalles, en la que intervinieron, artistas plásticos y artesanos de
diversos países, para construir el magnífico palacio de Versalles; de igual
manera, establece como valores sociales, la imperiosa necesidad de imponer el
orden y la razón, como un instrumento de afianzar y resaltar a una nobleza, dominante,
que gozaba de muchos privilegios, así como también, promoviendo su intervención
para la implementación de una sociedad colonial en América y Oriente, y un
comercio de ultramar.
Este suceso coyuntural, condujo a generar causas endógenas
y exógenas de índole geopolítico, induciendo a producir una mayor fluidez en la
realimentación amplificadora o positiva, cuyas vibraciones tremendamente
magnificados, hizo que la realimentación reductora o negativa, se vea en la
necesidad de reactivar, sus fluctuaciones, buscando un equilibrio, dentro de un
sistema cuestionado del antiguo orden establecido, por un principio a una ley
natural de causa y efecto, lo que produjo una paradoja de compensaciones, que
hizo emerger, en el mundo intelectual francés de la época, una corriente
filosófica, identificada como el movimiento enciclopedista, que agrupo a varias
doctrinas, profesadas por los autores de la enciclopedia, obra extensa
iniciada, bajo la dirección de Diderot, junto a un grupo de intelectuales
franceses, tales como D’ Alambert, Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Buffon,
Turgot, Quesnay, Holbach. Como consecuencia de la paradoja de compensaciones,
se produce una catarsis en la estructura económica del capitalismo feudal
vigente, cuya producción de bienes que provenía de la explotación agrícola, y se
regía, mediante una posición social, fundamentada en el linaje y la sangre, se
vuelve incompatible y arcaico, frente a las exigencias e intereses económicos
de una nueva clase social emergente: la burguesía conformada por mercaderes y hombres
de negocios, que aspiraban llegar al poder económico y político, para expandir
sus ganancias y negocios, frente a una administración de regímenes monárquicos absolutos,
que gozaban de un sistema institucional, monopólico, centralista y administrada
por una aristocracia conservadora e improductiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario