Por Juan Solórzano Arévalo
.-Desde hace
un buen tiempo, las entidades públicas en Perú, encargadas de promover el
desarrollo integral de las personas con discapacidad, vienen realizando
diversas acciones, como promover políticas, planes, programas y proyectos. Y es que los gremios además de realizar acciones
reivindicativas a todo nivel de gobierno, también han venido evidenciando su
necesidad de fortalecer sus capacidades de gestión, organización y
planificación. En este contexto el desarrollo y presentación de proyectos tanto
de inversión pública como de cooperación
internacional, es uno de los temas que mayor demanda genera y que se hace
necesario encaminarlo en toda su dimensión, para ello debemos considerar tres
cuestiones claves a trabajar:
- Un primer aspecto es que los gremios deben considerar que no basta con saber hacer proyectos, sino saber con que aliados cuenta y que estrategia deben tener para lograr, que quienes toman las decisiones de aprobar proyectos, apuesten por comprometerse a ejecutar.
- Un segundo aspecto esta relacionado al nivel de asociaciones de los gremios de PCD en el Perú, que es muy fragmentario y débil institucionalmente en la gran mayoría de casos; que se debe superar.
- En relación a las entidades públicas, es necesario que estas tengan la capacidad de formular propuestas de políticas, programas y proyectos relacionadas a la discapacidad.
Cuando se revisa
el nivel de acreditación en los registros de organizaciones sociales de las
municipalidades del país, los gremios de PCD como tales no están ni cercanamente al 1% en dichos registros, lo
cual demuestra el nivel de invisibilidad no solo personal de las PCD sino
también organizacional a nivel municipal.
Cuadro N° 1 Número de
organizaciones sociales registradas en el RENAMU
Organizaciones sociales
|
Año
|
2009
|
|
Clubes de Madres
|
16,769
|
Comité del Programa del Vaso de Leche
|
63,867
|
Comedor Popular
|
17,061
|
Wawa Wasi
|
8387
|
Club del Centro del Adulto Mayor
|
1623
|
Organizaciones juveniles
|
2355
|
El cuadro N°
1 nos muestra el grado de participación de los principales grupos sociales
acreditados en el RENAMU y como éstos han ido, generando una suerte de “acumulación” de capital social que ha
sido reconocido por diversos estudios realizados sobre el funcionamiento de
estos grupos sociales.
Con la
participación de estas organizaciones sociales registradas en el RENAMU en casi
todos ellos encontramos un denominador común: La existencia de un programa social que los respalda a nivel local y
provincial.
La Convención
sobre los derechos de las personas con discapacidad, en toda la extensión
del artículo 28 insta a los gobiernos, a
asegurar la plena participación de las PCD, en los distintos programas sociales
existentes, que les permitan mejorar su calidad de vida; pero como siempre ha
sido una constante reivindicativa habrá de ser el colectivo con discapacidad el
llamado a ejercer la presión respectiva con propuestas para que toda la
Convención se cumpla en su integridad.
Una primera
acción, pasa por hacer que la temática de la discapacidad, sea un eje
transversal en las políticas generales, sectoriales y los planes de desarrollo
concertado local y provincial y demás políticas de fomento al desarrollo.
Si solo el
colectivo “aparece” en el grupo de poblaciones vulnerables o pobreza o pobreza
extrema o agrupada dentro del concepto de exclusión social, la temática de la
discapacidad podría diluirse en estos conceptos amplios y por lo tanto su enfoque y mecanismos de protección de sus
derechos serían laxos e ineficaces. La discapacidad participa de la exclusión
social, pero esto no debe servir para borrar su identidad como hecho social
singularizado con entidad propia[1].
Por ello que
la problemática de la discapacidad, debe ser asumida como una construcción de
la ciudadanía, en el sentido de que es “capaz
de descubrirse a sí mismo como parte de un colectivo que puede contribuir a
construir una sociedad más justa, más inclusiva, más abierta a la integración
social”
Esta
ciudadanía, del que hablamos debe potenciar además, el movimiento social del
colectivo con discapacidad, diferenciándolos en cuanto a su identidad y
propuesta de los demás movimientos sociales existentes en el país, como son los
sindicales, agrarios, comedores populares, etc., sin que parezca excluyente a
las demás reivindicaciones de los otros grupos sociales.
Al interior
del mismo colectivo con discapacidad se debe alentar también las
interpretaciones críticas bio sicosociales y económicas de los distintos tipos
de discapacidad, para que a su vez puedan formularse políticas públicas,
precisas y acordes a la realidad del colectivo.
Si se analiza
el proceso histórico de los movimientos
sociales en el Perú, estos tienen relación directa con los acontecimientos
sociales, políticos y económicos que dieron pie a su formación. Por ejemplo en
la década del setenta, del siglo pasado, el debate político se centro en la equidad y
la desigualdad, antes que la reducción de la pobreza, aunque estos estaban
íntimamente ligados. Los movimientos sociales en boga fueron los agrarios, sindical y barrial. En la década de los 80 los movimientos de
derechos humanos, feministas y de
mujeres marcaron la pauta de las movilizaciones sociales. Es en la década del
90 cuando se comienza a hablar de programas sociales de reducción de la pobreza
y a principios del año 2000, cuando se promueve desde el Estado la
participación ciudadana a través de el Presupuesto Participativo, los Consejos
de Coordinación Local (CCL) y los Concejos de Coordinación Regional (CCR).
En este
contexto descrito si bien es cierto que ya existían organizaciones de personas
con discapacidad, estos confluían en movilizaciones, pero aún no ha logrado
consolidarse un movimiento social como tal que haya logrado un proceso de
“acumulación de capital social” capaz de presentar una visión alterna de
sociedad y desarrollo.
Las
organizaciones de personas con discapacidad a nivel nacional inscritas en el
Registro Nacional del Consejo Nacional de Integración de la Personas con
Discapacidad del Perú (CONADIS) desde el 2006 hasta el 2012, llegan a 142 versus
los 1,623 del adulto mayor registradas en el Registro Nacional de
Municipalidades (RENAMU), solo por citar un dato de comparación, lo cual nos
indica el largo camino de “acumulación de capital social” que se habrá de
recorrer para estar presentes en las agendas públicas locales, regionales y
nacional.
[1] El Cambio de Paradigma de las Políticas Públicas en Discapacidad/Luis
Cayo Pérez-Director Ejecutivo del CERMI Estatal.
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